Mi experiencia con el Papa Francisco

Voy a compartir brevemente con vosotros mi experiencia al ser bendecida por el Papa Francisco. Fue elegido y falleció durante mi estancia en Roma,  ha sido una gracia para mí.

Mi primera experiencia con él fue el día de su elección.  El 12 de marzo de 2013, alrededor de las siete de la tarde., cuando salió humo blanco de la Capilla Sixtina. Yo estaba en casa viendo la televisión. En cuanto el humo se volvió blanco, Eithne Hughes nos acompañó a Maristella SOOSAIPILLAI y a mí en coche. ¡Qué alegría para mí llegar antes de que apareciera el nuevo Papa!

Allí, entre la multitud que se había apresurado a esperar en la Plaza de San Pedro,  recibí la primera bendición del nuevo Papa Francisco.

Al año siguiente del inicio de su pontificado, en 2014, tuve la suerte de participar en su misa matutina celebrada en Santa Marta. Fue con motivo de mis bodas de plata: 25 años de vida religiosa. El Papa Francisco me bendijo personalmente y me concedió unos minutos para hablar con él. Mi alegría fue aún mayor, porque esta vez fue cara a cara.

Una tercera bendición llegó en 2022, cuando el Santo Padre pospuso su visita a la República Democrática del Congo, mi país natal. Celebró una misa en rito congoleño en la Basílica de San Pedro con los congoleños de Italia y de Roma. Me eligieron para llevar las ofrendas. Inclinándose ante él, bendijo lo que yo llevaba y también me bendijo a mí.

Además de otras bendiciones generales que recibí en el Ángelus o en las misas celebradas por el Sumo Pontífice, recuerdo bien estas ocasiones especiales.

En su última Misa de Pascua en la Plaza de San Pedro en 2025, apareció para la bendición. Me quedé con la multitud esperando a que pasara en el papamóvil para saludar y bendecir a la multitud. Fue la última bendición que recibí del Papa Francisco, en vísperas de su muerte. Cuando falleció y fui a inclinarme ante su cuerpo expuesto en la Basílica de San Pedro, recordé el camino que había recorrido con él, sin que me conociera especialmente. Y le pedí que me bendijera desde el cielo y que rezara por mí, como le gustaba repetir para que la gente rezara por él.

En su misa funeral en la Plaza de San Pedro, estuve presente para agradecerle todo lo que había sido para la Iglesia y el mundo, rezando sobre todo por la paz. También fue una despedida personal, porque ha sido una gran inspiración en mi vida desde el comienzo de su pontificado con su encíclica «La alegría del Evangelio» o «Fratelli Tutti».

¡Papa Francisco, ruega por nosotros!

Sor Marie-Pierre OTIBA

Comunidad Local del Generalato, Roma