El papa Francisco llegó este miércoles a la plaza de San Pedro en el jeep abierto, para la catequesis con miles de peregrinos que allí le esperaban para la audiencia, con cantos, saludos y sobre todo entusiasmo. Invitó a reforzar el vínculo entre parroquia, familia y comunidad.
El buen tiempo, después de un verano que en Europa fue muy caluroso, favoreció el encuentro. Como es costumbre el vehículo del Santo Padre pasó entre los corredores, saludando y en varias ocasiones haciendo detener el jeep para bendecir a algún niño.
El Pontífice latinoamericano recordó a los presentes que en los evangelios, la asamblea de Jesús toma la forma de una familia acogedora, no el de una secta exclusiva para privilegiados. Y que la “familia y la parroquia son dos lugares en los que se realiza aquella comunión de amor que encuentra su última fuente en el mismo Dios”.
En sus palabras en español el Francisco dijo: “Esta mañana reflexionamos sobre la íntima relación que hay entre la familia y la comunidad cristiana: la Iglesia es una familia espiritual, casa de los que creen en Jesús y viven según sus enseñanzas, y la familia, una pequeña Iglesia doméstica, escuela de amor a Dios y al prójimo”.
“De los grandes eventos de la historia del mundo solo queda el recuerdo en los libros. La historia de los afectos de las personas, en cambio, se conserva en el corazón de Dios y se inicia en la familia. Esa es la historia que cuenta”.
“Así lo experimentó Jesús, Hijo de Dios, que nació en una familia y en ella, por 30 años, aprendió la condición humana, en la sencillez de una dura vida de trabajo, en una aldea insignificante”.
“Cuando inició su vida pública, quiso formar a su alrededor una comunidad, una 'Asamblea', una con-vocación de personas: esa es la Iglesia. No la quiso como una secta para privilegiados, sino como una familia hospitalaria, una casa donde todos, sin exclusión, fueran acogidos y amados. Es indispensable, pues, que la Iglesia y la familia caminen juntas como testigos de la comunión de amor, cuya fuente última es Dios mismo”.
A continuación saludó “a los peregrinos de lengua española, a todos los grupos provenientes de España y de otros países latinoamericanos, en particular al grupo de la Academia Superior de la Policía de Colombia. Roguemos al Señor, por intercesión de María, Madre del Buen Consejo, que renueve y fortifique con su gracia el vínculo entre la familia y la comunidad cristiana, para que sigan ofreciendo esperanza y alegría a nuestra sociedad actual, que a menudo no les da el valor suficiente. Muchas gracias”.
Ciudad del Vaticano, 09 de septiembre de 2015 (ZENIT.org) Sergio Mora