Mis primeras palabras son de acogida y agradecimiento a cada uno/a por haber aceptado la convocatoria y estar aquí para participar de este encuentro. Deseamos vivir durante estos días una experiencia de Familia y reavivar juntos el Don que hemos recibido. Lo hacemos en el lugar geográfico de nuestros orígenes y bajo la mirada de Ntra. Sra. de Todas las Gracias, del Fundador y de los primeros miembros de nuestra Familia. El contexto en sí mismo nos es favorable.
Tenemos algunos objetivos para estos días:
- Evaluar el recorrido que hemos hecho desde 2013
- Tener un espacio de reflexión sobre nuestra vivencia del Don (Carisma)
- Tomar conciencia de nuestra responsabilidad como miembros de la Familia.
- Sensibilizarnos y animarnos en la urgencia de transmitir nuestro Carisma
Quiero comentar este último objetivo: “Sensibilizarnos y animarnos en la urgencia de transmitir nuestro Carisma”.
Pienso que esta sensibilización y animación tienen que venir de dentro de cada uno de nosotros hacia fuera, de lo contrario podemos permanecer, aun dentro de este encuentro, como “consumidores” o “espectadores” de lo que nos ofrezca el Equipo que lo ha preparado. Si conseguimos pasar de ser espectadores a “participantes activos”, esto cambiará todo. Cuando lo que está en juego nos afecta directamente, cuando toca nuestra historia, los deseos profundos, los valores que dan sentido a la vida, el futuro… entonces, la manera de vivirlo y de participar será muy diferente.
Puedo preguntarme ya desde el comienzo con relación al Carisma Sagrada Familia, ¿me siento personalmente “tocado” por el Carisma? ¿Me considero responsable de este Don?
Creo que todos hemos experimentado en algunas circunstancias, haber pasado de ser espectadores a ser protagonistas. Cuando dimos ese salto, todo cambió. Pasamos de teorizar sobre… a sentirnos implicados porque nos afectaba directamente.
Con el Carisma puede sucedernos algo semejante. Puedo mantenerme en una distancia prudente donde no estoy fuera pero tampoco muy dentro. Asumir propuestas sin entrar a fondo. Elegir aquello que me resulta interesante, sugerente o práctico… Esta postura no basta y no satisface porque el Carisma, que es nuestro modo específico de vivir el Evangelio, es una Buena Noticia que cambia la vida, la transforma y da sentido a nuestra Misión en el mundo situándonos de una determinada manera como personas y como Familia.
En este punto podemos preguntarnos si nuestro Carisma – nuestra vocación – es una cosa a más entre las muchas que ya ocupan nuestro día a día o si es la referencia que, de diversas formas lo colorea todo, lo articula todo.
La Sagrada Familia nació para dar respuestas nuevas a una sociedad en cambio, a abrir un camino nuevo, a responder ágilmente a necesidades que no podían esperar. La prontitud del Fundador y de los primeros miembros de la Familia para responder a las necesidades de su tiempo es remarcable. ¿Sentimos nosotros la misma urgencia para responder, allí donde estamos, a las necesidades de la sociedad? ¿Tenemos hoy el mismo ardor apostólico, la misma disponibilidad, la misma implicación que ellos tuvieron entonces? ¿Cómo está nuestro deseo de compartir el Don del Carisma del que no somos propietarios exclusivos? Siempre tenemos que recordarnos de que el Carisma es Don a compartir con otros.
Esto no quiere decir que tenemos que hacer proselitismo. Los que por gracia estamos llamados a vivir este Don y a compartirlo, lo tendremos que hacer, sobre todo por “contagio”, por nuestra calidad de vida, presencia y actuación allí donde estamos. Tenemos que ser como “ascuas” que aún debajo de las cenizas contagian su fuego y calor a lo que les rodea. Conocemos cuál es el contexto social en que nos movemos. Es ahí donde somos llamados a ser “ascuas”.
No es cuestión de número sino de que los que estamos y los que vengan, seamos los más coherentes posible con lo que decimos ser, es decir con los valores evangélicos que inspiran nuestra espiritualidad al contemplar la Sagrada Familia – Dulce imagen de la Trinidad - y las primeras comunidades cristianas. “Ser y hacer Familia”, como lo comprendemos hoy - abrazando todo lo creado - es una dimensión ineludible cuando asumimos la Misión recibida y escuchamos los gritos de la Humanidad y del Planeta.
La revitalización viene de la pertenencia, de la apropiación personal y colectiva de este Don, de la llamada común a ser UNA “Familia” que abraza todo lo creado. La vitalidad vendrá también de compartir el Don con otros y otras que se sientan llamados.
¿Me descubro apasionado por lo que vivo y comparto con los otros miembros de la Familia de PBN? ¿Me siento comprometido, implicado en el proyecto común? ¿Tengo expectativas, sueños, propuestas para esta Familia?
Si vivimos con pasión lo que somos, tenemos condiciones de contagiar y transmitir el Don recibido.
Nuestra tarea no es crear la Familia de Dios, de esto Dios se encarga, lo nuestro es hacerla visible ya.
Anna Maria Alcalde