BRASIL- LA VIDA EN VENDAVAL

 

 

La Hermana Luiza da Silva forma parte de una comunidad intercongregacional en la Amazonia  brasilera. La comunidad se llama Vendaval. Luiza habla con entusiasmo de los valores del pueblo Ticuna, así se llama la etnia que las hermanas acompañan, un pueblo pobre, necesitado de todo pero lleno de lo más importante: la solidaridad. La pequeña comunidad de tres hermanas, que viven en la comunidad Vendaval desde el pasado julio,  se dedican a la formación de líderes.

 

Dejemos que Luiza nos comparta la vida en Vendaval.

Vendaval es una comunidad indígena que forma parte de la Parroquia de Belém, Diócesis de Solimões. Cuenta con 1890 habitantes, todos de etnia Ticuna. Es una co-munidad bonita, con muchos niños y jóvenes. Un pueblo muy pobre; viven de la pesca,  tienen algunas plantaciones y reciben un subsidio del gobierno según el número de hijos. Es una pena que el gobierno no considere a los miembros de esta etnia como ciudadanos comunes.

Por nuestra parte nos dedicamos a la formación de catequistas, líderes comuni-tarios, dirigentes de la cele-bración, visitas a las 24 pequeñas comunidades situa-das en las riberas del rio Soli-mões. Es maravilloso percibir el interés y la dedicación de los que asumen la respon-sabilidad de transmitir la Palabra de Dios. Durante muchos años les ha acom-pañado un religioso pero no vivía con ellos. Durante mucho tiempo estaban esperando con muchas ganas una presencia religiosa constante en la comunidad.

En el mes de diciembre la diócesis decidió construir una casa para las hermanas. Fue muy interesante el proceso de escoger el lugar. Con los PP. Capuchinos, que son los responsables de la parroquia, convocamos una asamblea donde se formó el CPV (Consejo Pastoral de Vendaval).

También sometimos a votación el lugar de la casa de las Hermanas. Después de un intercambio de opiniones, un grupo de mujeres, que viven en el centro del barrio defendió con mucho ahínco el que se sometiese a votación. Siendo así, ellas se comprometerán a asumir  también a las hermanas. Prueba de ello es que cuando avisamos que llegaría la valsa con el material pesado, todos estaban esperando. En el momento de descargar era impresionante ver la cantidad de personas: niños, mujeres, jóvenes y hasta los ancianos que subían y bajaban por la colina descargando el material.

Recibimos con alegría la visita  de la Hermana Inés, de la CRB (Conferencia de Religiosos/as del Brasil) que vino a animarnos y a avalar el camino llevado a cabo. Es muy positivo sentir que estamos apoyadas por las personas que nos conocen y por la CRB. La visita valió la pena. Es muy bonito vivir todo esto, tenemos agradecer a Dios la posibilidad de vivir esta experiencia con personas acogedoras y disponibles como este pueblo Ticuna.

 

Luiza da Silva

Vendaval - Amazonas