Año de la vida consagrada: Con el Papa durante la Cuaresma

 

“Mirar el pasado con gratitud… Vivir el presente con pasión…”

El Papa Francisco se ha dirigido a los religiosos de la Iglesia, con una carta apostólica para el Año de la vida consagrada. Y nos ha interpelado repetidamente en entrevistas, discursos y también en el documento de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada "Alegraos", animándonos a vivir la vocación original con "amor pasional",  "dejándonos interrogar por el Evangelio" y respondiendo creativamente a las necesidades y requerimientos del mundo y de la Iglesia. Como ya hicimos el año pasado,  algunos textos sacados de estas fuentes de inspiración pueden ayudarnos a reflexionar -solas o con otras personas- durante la Cuaresma.

El primer objetivo (del año de la vida consagrada) es mirar el pasado con gratitud ...

“Es oportuno que cada familia carismática recuerde este Año sus inicios y su desarrollo histórico, para dar gracias a Dios, que ha dado a la Iglesia tantos dones, que la embellecen y la preparan para toda obra buena.

Poner atención en la propia historia es indispensable para mantener viva la identidad y fortalecer la unidad de la familia y el sentido de pertenencia de sus miembros.”

“No se trata de hacer arqueología o cultivar inútiles nostalgias, sino de recorrer el camino de las generaciones pasadas para redescubrir en él la chispa inspiradora, los ideales, los proyectos, los valores que las han impulsado, partiendo de los fundadores y fundadoras y de las primeras comunidades. También es una manera de tomar conciencia de cómo se ha vivido el carisma a través de los tiempos, la creatividad que ha desplegado, las dificultades que ha debido afrontar y cómo fueron superadas.” 

“Para los fundadores y fundadoras, la regla en absoluto ha sido el Evangelio, cualquier otra norma quería ser únicamente una expresión del Evangelio y un instrumento para vivirlo en plenitud. Su ideal era Cristo, unirse a él totalmente, hasta poder decir con Pablo: «Para mí la vida es Cristo» (Flp 1,21); los votos tenían sentido sólo para realizar este amor apasionado. La pregunta que hemos de plantearnos en este Año es si, y cómo, nos dejamos interpelar por el Evangelio; si este es realmente el vademecum para la vida cotidiana y para las opciones que estamos llamados a tomar. El Evangelio es exigente y requiere ser vivido con radicalidad y sinceridad. No basta leerlo (aunque la lectura y el estudio siguen siendo de extrema importancia), no es suficiente meditarlo (y lo hacemos con alegría todos los días). Jesús nos pide ponerlo en práctica, vivir sus palabras.” 

“Este Año nos llama también a vivir el presente con pasión. La memoria agradecida del pasado nos impulsa, escuchando atentamente lo que el Espíritu dice a la Iglesia de hoy, a poner en práctica de manera cada vez más profunda los aspectos constitutivos de nuestra vida consagrada.”

 Nuestros ministerios, nuestras obras, nuestras presencias, ¿responden a lo que el Espíritu ha pedido a nuestros fundadores, son adecuados para abordar su finalidad en la sociedad y en la Iglesia de hoy?

  • ¿Cuándo he leído últimamente los escritos del Fundador?¿Rezamos con estos textos inspiradores de nuestro carisma en la oración comunitaria?