YA HEMOS GANADO EN ESPERANZA

Fernando Lugo fue oficialmente investido Presidente de Paraguay el 15 de agosto en una ceremonia que marca el fin de la larga dominación del Partido Colorado (conservador) sobre el país durante 61 años. A los 57 años el nuevo Presidente prestó juramento ante el Congreso convirtiéndose en el 48º presidente desde la fundación de la República del Paraguay en 1844.

Fernando Lugo fue oficialmente investido Presidente de Paraguay el 15 de agosto en una ceremonia que marca el fin de la larga dominación del Partido Colorado (conservador) sobre el país durante 61 años. A los 57 años el nuevo Presidente prestó juramento ante el Congreso convirtiéndose en el 48º presidente desde la fundación de
la República del Paraguay en 1844. Antes de asumir sus funciones Lugo anunció que donaría su sueldo mensual de 6.000 $ a los pobres. Comenzó su discursó,  en guaraní, lengua materna de los paraguayos, pidiéndoles permiso para continuar en castellano.

YA HEMOS GANADO EN ESPERANZA

En abril tuvo lugar la toma de posesión del nuevo presidente de
la República (el ex-obispo de San Pedro) Fernando Lugo.

Desde hace tiempo nos debatimos en un ambiente de expectación, como de lucha y miedo de que todas nuestras grandes esperanzas queden de nuevo frustradas. Este es el sentir de la mayoría de la gente y también el nuestro, el de todos los que deseamos que este país sea un país mejor, más serio,  un país como nos  merecemos.


Hubiéramos querido que Mons. Lugo siguiera como Obispo, siempre estuvo al lado de los pobres, pero también sabemos que oró mucho y en conciencia optó por creer que serviría mejor al pueblo pidiendo la secularización para lanzarse a la política como candidato a presidente. Por eso, por su honestidad de siempre y por la esperanza de una mejor situación para el país, respetamos su opción y le apoyamos.

El 20 de abril se presentó al frente del movimiento “Una alianza patriótica para el cambio y ganó con una gran mayoría las elecciones, al tradicional Partido Colorado, en el poder desde hace 61 años. Al partido que se tenía por invencible por su astucia y corrupción, por sus mañas en el manejo de la pobreza e ignorancia, por su autoritarismo y ostentación de riqueza y despilfarro de algunos, sin importarles  la enfermedad, miseria o muerte de los demás.

El día 20 de abril ganó el pueblo, la gente se puso en pie, creyó en sí misma, creció en autoestima, en valor, en dignidad, en tantas cosas… Y esto, en sí, es una gran ganancia.

Pero no debemos conformarnos con ello hemos de recordar que Lugo, si no seguimos  estando con él los que le votamos, está solo. Si nosotros, el pueblo sencillo y humilde, que creímos en él, no le sostenemos y acompañamos, solo no podrá seguir, ni hacer casi nada. No tiene un partido que lo sustente, y por eso tiene que hacer alianzas, los políticos, más que nunca tienen que demostrar amor al país y hacer pactos de gobernabilidad que puedan permitir el cambio real que todos deseamos, y no exigir cargos, que le hacen impopular.

Nosotros, pueblo, los que queremos el cambio, un país mejor, vida para todos, también tenemos que hacer pactos de solidaridad, de buscar de una vez el bien para todos, tenemos que estar firmes en esa primera esperanza y apoyarlo como el primer día, para que tenga valor, fuerza y sabiduría para manejar todas las tensiones que los de su “entorno” le proporcionan con la ambición de cargos y dinero como se hacía antes.   que sus enemigos, los “vencidos” se inventan a cada momento para que no pueda hacer nada.

Por eso, porque conocemos las dificultades que va a tener, tenemos la tentación de perder la esperanza, de creer ya a sus enemigos disfrazados de amigos o camaradas, mantengámonos alerta y sigamos firmes en nuestra esperanza, apoyándole cuando haga falta, para que la autoestima que hemos conquistado, dé como fruto un país nuevo. Como pudimos vencer al invencible “coloradismo eterno” podremos seguir luchando por un país mejor, por el  paí que todos deseamos y nos merecemos para vivir en la verdad, el bien, la justicia para todos, que al fin ese es el Reino de Dios.

Cdad. De Fernando de
la Mora