Testimonio de trabajo en La Soledad

Jesús, María y José, que viven del trabajo de sus manos, en el amor del Padre y el servicio a los hermanos y hermanas, ofrecen la imagen de una familia humilde y laboriosa. En Nazaret el trabajo encuentra su dignidad. (Art. 203)

Nuestra vida contemplativa está marcada por la oración y el trabajo. Cada hermana presta un servicio a la comunidad para el bien común y para lograr una vida equilibrada. Cuando entré en el Noviciado recibí el servicio de trabajar en el jardín. En ese momento, la mayor parte del trabajo consistía en quitar hierbas alrededor de la casa. Mientras esperaba que crecieran las hierbas, la Hermana Griet me iniciaba en la costura y la Hermana Teresa en la Sacristía. Un día fuimos al mercado a comprar las flores para la Capilla, vi que eran muy hermosas y muy caras. Empecé a cultivar flores cerca de la casa. Crecieron bien, pero no eran suficientes para todo el año. Pedí una franja de tierra del jardín para tener flores durante todo el año. Entre las flores crecieron unos vegetales que se comen en África. Nos los comimos: estaban deliciosos. Al año siguiente planté algunas verduras para la comunidad. La gente que pasaba quedaba admirada y yo les daba un poco para que las probaran.

En 2018, puse un poco más de verduras diferentes: los que visitaron el huerto me propusieron venderlas. Como yo no tenía intención de vender, les di lo que deseaban y me pagaron lo que quisieron. Se lo contaron a sus amigos. Consultaron la ley francesa para ver si teníamos la obligación de declarar el huerto o de pagar impuestos: y vimos que no estamos sujetos a impuestos, y que  no era necesario declararlo.

 En 2019, todos los que querían verduras de las contemplativas (así las llaman) sugirieron que las dejara en la entrada de la Capilla, indicando los precios. Fijé en dos euros el kilo para toda clase de verduras. Después de comerlas, me pagaron entre 2 y 50 euros, diciéndome que nunca habían comido un BIO vegetal tan auténtico, y de este modo ganamos 1300 €. Este año 2020, ya han ordenado lo que desean: tomates, berenjenas, ensaladas, pimientos, calabacines, maíz, judías verdes, patatas, moniatos, guisantes, fréjoles, rábanos, pepinos y la lista crecerá dependiendo de quién venga a visitar el huerto.

 

Trabajo dos horas por la mañana. Depende del clima: en invierno, mientras la tierra descansa, recojo estiércol. En verano, cuando hay una ola de calor, riego por la noche porque los días son más largos. De vez en cuando, las Hermanas jóvenes me ayudan, según sus posibilidades. En silencio y soledad, trabajo mientras rezo y rezo mientras trabajo. Así, la oración continua adquiere su significado. Esto me ayuda a ser solidaria con quienes trabajan o no tienen trabajo y a luchar contra el olvido de Dios, como nuestras constituciones nos invitan a hacer.

Cualquier tarea, por sencilla que sea,  nos asocia a la obra creadora y redentora.  (Art. 204)

 

Oración de la jardinera de La Soledad.

Señor, te doy gracias porque creaste todo con sabiduría y amor. Gracias por la tierra que produce múltiples frutas, flores y vegetales, que alimentan a personas y animales. Te doy gracias por Pedro Bienvenido Noailles, nuestro querido Buen Padre, a quien inspiraste elegir la tierra de La Soledad para sus hijas del porvenir. Gracias por todas nuestras Madres que supieron cuidar y proteger este tesoro. Gracias por haberme llamado a vivir en esta tierra santa, como Hermana Contemplativa de la Sagrada Familia de Burdeos y por haberme concedido amar el trabajo de la tierra.

Tú ya sabes, Señor, que la tierra no puede dar fruto si no está bien alimentada. Te pido que bendigas a Stéphane y a su familia: este trabajador del Domaine de La Solitude deja el burro y los caballos en el fondo de la viña. Bendice a estos animales que generosamente me dan mucho estiércol para alimentar el jardín: ¡De este modo estoy segura de que tendré una buena cosecha este año!

Bendito seas, Señor, por las semillas de todo tipo, pero especialmente por las que voy a sembrar y plantar en este huerto que has bendecido. Te agradezco el deseo de compartir, los conocimientos que das a todas estas personas que preparan semillas para los agricultores. ¡Sin olvidar a aquellos que comparten sus experiencias y consejos sobre cómo  trabajar bien y tener una cosecha abundante!

Te bendigo, Señor, por el agua que nos ayuda durante la ola de calor. Por todos aquellos que aprecian los cultivos y que vendrán a admirar y estimular a las plantas. Tú sabes que las plantas son como nosotros: necesitan cariño. Finalmente, te bendito Señor, por todos aquellos que comerán los frutos de este jardín. Que todo sea para tu mayor gloria. Amén.

Hna. Odette UWIMANA - Contemplativa

                   Martillac La Solitud