Un grupo de “solicitantes de asilo” del Centro JRS – Londres, estuvo encantado de que se les ofreciera una acogida gratuita en “Chanoinesses de St. Augustine en Boarbank Hall, Grange-over-Sands”. Se decidió que podíamos recibir allí a las participantes más asiduas al grupo de oración de mujeres, que dirijo todos los martes y a los hombres que acuden al encuentro presidido por el Padre Harry SJ. Para ellos era una nueva oportunidad. Cuatro mujeres y tres hombres aceptaron la oferta, junto con cuatro empleados/voluntarios, incluida yo misma, que los acompañaba.
Nuestros amigos estaban realmente impresionados por esta experiencia. Los dejé hablar por sí mismos, ayudados por entrevistas con el padre Harry y un traductor cuando era necesario.
(Por discreción cambio los nombres.)
John (África occidental): No sabía qué hacer, pero sentí la necesidad de un descanso. La acogida que recibí y el ambiente tranquilo me relajaron. Podía meditar fácilmente y pensar en mi vida. Dormí mejor, disfruté de la compañía de los demás. La atención a mi bienestar me conmovió. Contemplar las colinas fue una experiencia nueva para mí, porque estaba acostumbrado a una tierra plana. Era la primera vez que visitaba un pueblo inglés y estaba realmente impresionado. Mi visita a la casa Residencia de Ancianos me emocionó. Hablé con una mujer ciega, era una enfermera, que se vio obligada a entrar en un campo de prisioneros de guerra. Cuando regrese, quiero hacer todo lo posible para ayudar a los demás. Antes de terminar esta experiencia, presenté de nuevo la solicitud de asilo pero no tuve respuesta. Ahora me siento dispuesto para aceptar todo lo que venga. En adelante quiero pasar más tiempo orando todos los días.
Destiny (Costa de Marfil): Mientras rezaba frente al Santísimo Sacramento durante la Exposición, tuve la impresión de sostener a un bebé en mis brazos y sentir una voz que me pareció la de mi nieto llamándome ‘abuela, abuela’. Sentí profundamente el dolor de la separación de mi nieto y decidí hacer lo posible para verlo. Entonces sentí alegría en mi corazón y el dolor disminuyó. Compartí esta experiencia con otros miembros del grupo, lo que me permitió comprenderla mejor.
Peter (Georgia): En general, no duermo bien, no más de tres o cuatro horas cada noche. Aquí, pasé solo una noche de sueño ininterrumpido. Me sentí más relajado mental y físicamente. Durante las caminatas, disfruté de la conversación y del aire fresco. A mi regreso, decidí intensificar mis esfuerzos para aprender inglés, hacer más ejercicio y dedicar más tiempo a la meditación.
Ken (China): Estoy muy agradecida a Dios por la belleza de estos últimos días. Es como un mirada al cielo y ha orientado mi mente a las cosas que son importantes en la vida. Durante nuestras excursiones, me encantó estar tan cerca de los lagos y el mar, estoy agradecida por la generosidad de esta comunidad de Hermanas. Para mí, su decisión de invitar a una extranjera como yo es un signo de la resurrección. Me encantó compartir su alegría, porque se las ve felices en la vida religiosa, y admiré su fuerte fe en Dios.
Sherine (Congo): Realmente he disfrutado en este viaje lejos de Londres. Como tengo una pierna enferma, estoy encerrada en mi casa sin saber si podré quedarme en este país y no puedo concretar una fecha para la operación, que el médico considera necesaria. Durante mi oración aquí, sentí esperanza y disposición para esperar pacientemente. Realmente disfruté de tener mi propia habitación. Normalmente, tengo que limpiar la casa en la que me albergo. Aquí, tuve la paz y la tranquilidad que tanto deseo. Puedo regresar con valor y confianza.
Por mi parte, tuve el privilegio de acompañar a estas mujeres y hombres del centro del JRS y tener una conversación personal con ellos, comprobar su alegría por cosas que yo considero normales: las colinas, las ovejas que pastan en los campos, el hecho de tener una habitación y un espacio, la calma y la tranquilidad, todo esto fue para ellos un regalo precioso. Se quedaron asombrados y conmovidos de que algunas de las Hermanas que los habían conocido por tan poco tiempo los llamaran por su nombre. Fue un momento importante para ellos, porque en su vida como “Solicitantes de asilo”, todos se sienten como un número.
Kathleen Diamond