El día 9 de abril hará dos meses que nuestra hermana Anaclet Kattar respondió a la llamada del Padre. El tiempo ha fortalecido su presencia entre nosotras. Está presente con otro tipo de presencia, quizás más fuerte que la presencia física. Así nos lo demuestran algunos testimonios de aquellos/as que vivieron cerca de ella: hermanas de la comunidad, familiares, hermanas de la sagrada Familia que experimentaron su cordial acogida, su delicadeza y afecto fraterno. Dejemos hablar al corazón de algunas que la conocieron más de cerca:
Anaclet , “Sin separarte de la ley común”, nos has acompañado en un tramo de nuestro camino. Fuiste elegida, amada y, sin brillar, iluminaste nuestro camino con tu fe.
Gracias, Anaclet, porque creíste en el Amor, porque tu fe irradió, incluso cuando la luz escapaba a través de las rendijas y roturas de la existencia humana. En ti siempre triunfó la fe que recibiste como don. Es difícil creer cuando el camino es oscuro, pero te vimos creer en la oscuridad.
Gracias porque el “vacío” que nos dejas, hace surgir lo mejor de nosotras mismas y queremos servir al Evangelio con mayor entrega. Tú nos diste ejemplo. De la muerte resurge la vida. Seguimos caminando por la estrecha senda de la fe,…”ya nada puede detener nuestra carrera”…
Gracias, porque al comprobar que en la tierra se enfría la fe, sentimos que aumenta en nosotras el deseo de compartir un gran fuego… regalo que arde en nuestro corazón.
Gracias… porque esta Casa, aquí, en Roma, continúa reuniendo a
la Familia extendida por el mundo entero… y nosotras “como comunidad en misión”, seguiremos creando un ambiente que ayude a transmitir la llama de la fe, para colocarla sobre las montañas de la tierra, de modo que alumbre a quienes caminan en tinieblas y sombras de muerte, y así, con nuestras pequeñas llamas, a veces, vacilantes, pero unidas al fuego nuevo de una noche santa sin término, podremos celebrar la liturgia de
la PASCUA UNIVERSAL.Cristo ha resucitado con todos los que creen en Él. ¡Quienes ESCOGEN
LA VIDA no mueren jamás! … ¡Gracias, Anaclet!
Mari Carmen Leach,Comunidad de
la Casa General
El hermano de Anaclet, Justin en una carta dirigida a ella después de su muerte, publicada en la página web de la familia, www.kattar.ca recuerda algunos momentos de la vida de Anaclet que han sido para la familia testimonio y enseñaza:
…Después de
la Misa siempre saludabas a la familia y a los conocidos. Tu sonrisa era tan contagiosa que se ha grabado en nuestras mentes y no olvidaremos nunca estos momentos .
Cada cosa que hacías era motivo de oración, un mes de mayo fuiste a recoger flores diciendo: “en el mes de mayo el Señor regala estas bellas flores para nuestra Señora “. Cuando volvías con tu cosecha de flores rezabas para dar gracias al Señor por ellas y alabarle por su belleza…
Durante los días que pasamos en Roma te sentimos feliz en nuestra compañía, y el hacer todo lo que te pedíamos te llenaba de alegría. Cuando nos despedimos, cargaste nuestros bolsos en el coche, nosotros nos preocupamos porque sabíamos que no podías coger peso, tu por toda respuesta dijiste: “no os preocupéis, el Señor ha cuidado de mi durante todos estos años y seguirá haciéndolo.” Nos enseñaste a poner nuestra fe y nuestra confianza en el Señor y a ponernos entre sus manos…
Tenías un gran corazón que sabía agradar a todos y un entusiasmo ilimitado que te urgía a ayudar a cualquier persona que lo necesitara. Tu vida fue un ejemplo de cómo seguir a Jesús y llevar a otros hacia Él. …
Sentimos que dejaste este mundo ese 30 de enero y que nos diste esos días en los que estuviste en coma para visitarte y prepararnos a vivir tu ausencia….Anaclet, creemos que tu sigues viviendo en nosotros y cuando te recuerdo puedo repetir las palabras de San Pablo: “Doy gracias a Dios cada vez que pienso en ti, y cuando rezo por ti, rezo con alegría…”
Justin Kattar
“He vivido dos años de felicidad con ella. Me sentía libre para actuar sabiendo que se aprobaban mis iniciativas. Cuando alguien proponía algo siempre lo admiraba. Le interesaba todo…Ahora comprendo mejor sus ganas de vivir, quizás sentía que la vida se le escapaba…….Era una persona humilde, frecuentemente pedía consejo a los demás… Siempre estaba de acuerdo para invitar a parientes o amigos…Cuando pienso en Anaclet veo todavía su mirada inquieta, que no juzgaba, su aceptación y su silencio…Preparaba con esmero la oración comunitaria, daba un tono espiritual a todos nuestros encuentros…Comprendí que la gran ocupación de Anaclet era la oración….por la noche se quedaba largos ratos en la capilla. Cuando pienso en ella las palabras que me vienen espontáneamente son: compasión, servicio, serenidad, oración…Era una hermana de
la Sagrada Famita según el corazón de Pedro Bienvenido Noailles. Era fácil y agradable vivir con ella por eso notaremos mucho su ausencia.
Marie Madeleine Fedrigo, Comunidad de
la Casa General
Ancilla James comparte su testimonio en nombre de
la Provincia de Jaffna, provincia de orígen de Anaclet.
…Quisiera hablar de algunos aspectos de su vida que tocaron las vidas de nuestras hermanas dejando en ellas una marca indeleble.
Anaclet, persona única, mujer de la fe, enraizada en el amor de Dios con la convicción que Él nunca abandona a nadie.
Anaclet, mujer de oración, dedicaba largo tiempo a la oración y contemplación, en - contraba su inspiración y su fuerza en
la Palabra de Dios; se entregó totalmente a Dios en la fe y se dejó conducir por el Espíritu Santo; en todo momento estaba dispuesta a vivir su “sí”.
Anaclet, una buena comunicadora que construyó puentes; su vida fue un testimonio vivo de comunión. Estaba abierta a
la Familia entera, y era capaz de vivir la internacionalidad de manera radical y concreta.
Ante los pobres y abandonados derrochaba delicadeza, sencillez y humildad. El respeto por los demás, el cariño y el sentido del humor eran algunas de las cualidades que dedicaba a Dios y a las personas que la contactaban. Vivió el espíritu de Solo Dios como Jesús, María y José a quienes tenía por modelo y fuente de inspiración.
Agradecía a Dios las bendiciones que había derramado sobre ella, sobre su familia,
la Provincia y el Instituto. Era agradecida con los demás y sobre todo con Dios.
Nos falta su presencia física, su sonrisa alegre, las palabras que animan, su sentido del humor, su amistad y solidaridad.
Gracias Anaclet por tu vida y tu cariño por todos nosotras en la provincia de Jaffna. Que goces de la felicidad eterna por la que tantos años viviste.
Sr. Ancilla James, Provincial de Jaffna
¿"dónde es nuestra querida Anaclet? Si ella está aquí en la tierra o en cielo su presencia orientadora está con nosotros. Los que florecen en los corazones de otros nunca se marchitan!
(Adaptado de una canción del tamil)
Conocí a Anaclet en 1989, fue mi acompañante cuando me preparaba a la profesión perpetua en
la India. Me llamó mucho la atención su profunda espiritualidad, su celo y entusiasmo, su amor al Instituto, su preocupación y cariño hacia cada una , su disponibilidad y muchas otras cualidades. Continuamos compartiendo la fe por correspondencia. Ella desempeño un papel importante en mi crecimiento espiritual.
Cuando estaba en Ilavalai, como maestra de novicias del 90-92- a pesar de su horario tan cargado, dedicó tiempo para visitar a mi madre y hermana de manera regular porque los miembros de la familia estaban lejos y ninguna podía llegar a causa de la guerra. No es necesario decir cuánto le debemos por el gran alivio que proporcionó a nuestra familia con este acto de caridad. Ella encontraba siempre la manera de ayudar a cualquier persona que lo necesitaba y por eso se ganó muchos corazones para gloria de Dios. Estoy segura que muchas hermanas en la provincia estarán de acuerdo conmigo si digo que Anaclet ha tocado la vida de todas y de cada una de una manera u otra y no podremos olvidarla nunca. Las novicias tendrán historias para escribir un libro.
Antes de llegar a Roma, en noviembre de 2004 sus preocupaciones principales eran: la provincia, la gente que sufría y la paz en Sri Lanka… Pronto convirtió su corazón, mente y cuerpo a la internacionalidad. Y utilizó su fuerza y energía para atender a todo el que pasaba por la casa general. Puedo decir que la vida en Roma no fue un lecho de las rosas para ella a pesar de todo era maravilloso verla siempre dispuesta a servir con una sonrisa en los labios.
Si alguien expresara el deseo de comer algo especial se iba a cocinar; si alguna se sintiera sola o triste estaba dispuesta a escuchar; si querían relajarse un poco ella dejaba su trabajo para acompañar a esas persona; si se gastaba una broma ella se divertía con los demás; si alguien había tenido algún problema con ella siempre estaba dispuesta a perdonar; si alguna estaba enferma, ella estaba allí para cuidarla; se hacía toda a todos.
Para ser honesta no podía vivir a su ritmo, sentía que algunas veces que era demasiado para ella misma y también para las demás.
Querida Anaclet vivirás siempre, en nuestros corazones. Nos enseñaste la alegría de darse a los demás. Gracias. ¡Goza de la recompensa en el cielo. ¡
Puwana Thuraisami, Comunidad de
la Casa General