Nueva quizás no sea la mejor palabra para hablar de esta comunidad. Nuestras hermanas, estuvieron ya en Orta de Atella y, como vais a leer eran muy queridas por los habitantes de este pueblo, que guardó, durante muchos años un recuerdo muy grato de ellas y de su misión y por eso les han pedido que vuelvan.
En la carta al Consejo de Red pidiendo su regreso el párroco se expresa así: “ Esta tierra es tierra de misión que sus hijas en su corta estadía han sabido comenzar través de su estilo de vida sencillo y al mismo tiempo eficaz. La gente recuerda su cordialidad y la capacidad de escucha, el compromiso de acompañar a personas y a familias, su preparación, la fuerte espiritualidad, y sobre todo la gente pide insistentemente que vuelvan.”
Nuestras hermanas están en la parroquia de San Massimo que actualmente cuenta con 22.000 parroquianos, y según las previsiones más recientes crecerá entre 9 y 15 mil habitantes calculando por las casa que están en construcción. Entre ellos hay un notable porcentaje (10%) de evangélicos, pentecostales, testigos de Geová, musulmanes.
Se trata de una comunidad con una gran pobreza humana y moral más que económica. Hay mucho clientelismo que no ha promovido a las personas ni ha contribuido a restituirles su dignidad.
En las familias es frecuente el malestar y las relaciones tensas por la presencia de alcohólicos y drogadictos.
Hay diversos campos de acción que se abren ante nuestras hermanas: acompañamiento de las familias, sobre todo en las nuevas urbanizaciones, creación de centros de escucha, trabajo con los jóvenes.
El párroco, termina su carta diciendo:
“Esta gente con el cura párroco a la cabeza quiere a vuestras hermanas, siente nostalgia y tiene necesidad de ellas, desea que vengan y está preparados para hacer lo que sea necesario para que su presencia evangelizadora esté entre ellos.”
Para celebrar su llegada hubo una Misa, y una gran fiesta en el pueblo.
Más adelante seguiremos dando noticias de sus primeros meses en esta comunidad.