El 20 de noviembre de, 2016, la comunidad contemplativa celebró el 50 aniversario de su retorno a La Soledad. Ahora compartimos esa alegría con los testimonios de tres Hermanas que vivieron aquel acontecimiento:
Sor Teresa nos habla de la vuelta a La Soledad:
Sentimos una gran alegría en nuestra comunidad de Santa Elena, cuando Sr. Claire JULIEN - Superiora General - nos habló de su intención de que "las Solitarias” volvieran a La Soledad, lugar de su nacimiento, donde vivió la primera y Comunidad Contemplativa de la Sagrada Familia. Se fijó la fecha para el 28 de octubre de 1966, víspera de Cristo Rey.
La Soledad estaba todavía en obras, pero ¿a quién le importaba eso? Había mucho que ver en este lugar sagrado, buscado por el Buen Padre para dar cabida a todos los miembros de su Familia. Poco a poco, comenzó la vida ordinaria ... Tuvimos que aprender a cocinar, a llevar una despensa, la ropería, el trabajo de la huerta, la recolección de vegetales, frutas, el mantenimiento de los locales y el servicio de sacristía para nuestra oración litúrgica y la adoración eucarística ... Muchos cambios ... pero estábamos ¡tan contentas!
El primer año, hicimos la vendimia. Éramos religiosas jóvenes "bien formadas" nos pusimos a trabajar con seriedad y aplicación. Teníamos que aprender a trabajar, con un ritmo diferente, porque trabajábamos en equipo y debíamos adaptarnos ¡a las capacidades de las demás! Una buena formación para la vida comunitaria, ¿no es así? Recuerdo que me quedé admirada, por la mañana, al ver el sol mañanero sobre las uvas rojas cubiertas de gotas de rocío... Eran como perlas que nos invitaban a trabajar con alegría.
Realizábamos nuestra tarea con toda libertad en la cocina y hacíamos conservas de frutas y verduras, con productos de la huerta, elaborábamos pasteles... ¡Las 'normas sanitarias' actuales no existían! Sr Marie Mélanie iba por la mañana temprano al mercado internacional de Brienne en Burdeos... Sr Felicidad trabajaba, con algunas de nosotras, en la cocina y nos ayudaba mucho con su extraordinaria calma y paciencia... ¡Aunque hubiera imprevistos, o los grupos fueran más -o menos- numerosos de lo anunciado! Actualmente, nos preguntamos cómo podíamos hacer todo ese trabajo, sin mermar los tiempos de oración. ¡Era todo tan diferente: espacio, ritmo, ambiente...!
También teníamos momentos de relax, sin duda diferentes de los que habíamos tenido en nuestro pequeño y bonito jardín de Santa Elena... paseos, picnics en el bosque, en el "Valle de los Ángeles". La visita a la Isla en barco, con el "Buen Ángel" que entonces todavía existía. También se podía vivir un día de soledad en la Isla, solas con el Buen Padre y Nuestra Señora de Todas las Gracias. Entonces no existía el puente actual. Para cruzar se arrastraba el barco con una cadena y se ataba en un poste al llegar.
¿Cómo no ser feliz y agradecida a nuestro Buen Padre por haber creado este "lugar santo": La Soledad con la Isla de Nuestra Señora de Todas las Gracias? Nuestras raíces están aquí desde la fundación de la comunidad de las primeras Solitarias en 1859.
En el Convento de Santa Elena vivimos muy felices y nuestros primeros años en La Soledad también lo fueron, aunque fue, para cada hermana y para toda la comunidad, un período de grandes cambios, y de adaptación. ¡Un momento de abandono y esperanza!
Sor Teresita nos da testimonio con estas pocas frases:
Ya en la comunidad de Santa Elena, me sentí plenamente llamada a la vida contemplativa Sagrada Familia. Estaba como pez en el agua, me encontraba muy bien. Al venir aquí a La Soledad, necesité tiempo de humilde oración para adaptarme, no perder terreno y así afianzarme en lo esencial. Era un momento en que la Iglesia invitaba a la vida religiosa a volver a sus raíces. Me hice consciente de que toda vida, con sus exigencias propias, solo se puede vivir a nivel del corazón.
Actualmente me gusta mucho la Misa del domingo, por la proximidad que supone de los cristianos del sector ‘des Graves’. Al ver cómo se saludan antes de la ceremonia, digo: es una familia reunida en el nombre del Señor.
Cuando estábamos en Santa Elena, vivíamos nuestra pertenencia y comunión en la vida y misión de la Familia de Pedro Bienvenido Noailles, por la información, las visitas de las hermanas de la Casa general. Aquí, en La Soledad, nos encontramos con diferentes miembros de la Sagrada Familia de todo el mundo. Las reuniones son muchas y variadas. Vivimos cerca del mundo entero por su presencia en nuestra oración y esto llama e interpela nuestra dimensión Misionera/ Contemplativa.
¿50 años de vida en La Soledad? Sigo como pez en el agua ¡más feliz que nunca! Y doy gracias al Señor porque Él hizo su camino con cada una de las que vinimos de Santa Elena y con las que se han unido a nosotras durante los últimos años. A las jóvenes les digo, vivid en confianza, porque ¡todo es gracia! El Señor siempre estará con vosotras y os hará felices.
Sor Elena da testimonio con alegría:
Como Abraham, que salió de su tierra sin saber a dónde iba, llegamos a La Soledad. Un nuevo espacio de vida para todas nosotras. No sabíamos por dónde empezar nuestra instalación, aquí ¡en La Soledad! era una situación nueva para todas nosotras.
Me sentía muy fuerte por la presencia de nuestro Buen Padre y era para mí una llamada a vivir más profundamente como hija de la Sagrada Familia, en este lugar donde comenzó nuestra vida contemplativa.
Era como un momento de renacimiento, de confianza y de entrega al Señor. Nuestros días estaban llenos de diferentes actividades, necesarias para la vida cotidiana de la comunidad y para nuestra vocación: la oración personal y comunitaria, adoración del Santísimo, día y noche, tiempo de trabajo, de recreo, y en todo vida de oración... Cada momento era diferente y rico. Sentía que Dios es amor y que nos conducía a todas y cada una por el buen camino. Nos necesitaba.
¡Ahora celebramos los 50 años de vida en La Soledad! Hoy, en mi habitación de la enfermería, rodeada de mis hermanas, me abandono al Señor. Y le agradezco la fuerza y la vida que Él me ha dado siempre, para seguirlo fielmente con alegría y agradecimiento.
Os ofrezco tres sencillas palabras:
• Vivid de Dios
• Vivid para Dios
• Vivid con Dios
Es el camino de toda una vida.
"Ser heredera de una historia, es tener el deseo y la voluntad de prolongarla con creatividad y fecundidad. "