LA FIGURA DE SAN JOSÉ
Desde que tomé conciencia de mi ser de cristiano, la figura de San José me ha fascinado, tal vez adivinando que un día entraría a formar parte de la Sagrada Familia de Burdeos como Asociado laico. Cuando me puse en contacto con personas que podían ayudarme a comprender y a compenetrarme con su historia, casi sentí temor.
La responsabilidad que pesaba sobre mi pequeño ser comparado con el suyo, era demasiado grande. Tengo que considerar, en el día a día, en las pequeñas cosas de la vida cotidiana y siempre con alegría que caracterizaba a Jesús, María y José, todo lo que viví desde aquel momento, partiendo de un presupuesto esencial: la fe manifestada en la obediencia a la voluntad divina.
Espontáneamente mis pensamientos se detuvieron en lo que podía haberme sucedido si alguien se me hubiera presentado para decirme: “Tu esposa espera un hijo que no es tuyo”. Este pensamiento golpeaba mi mente como con un martillo, y entonces sentí la limitación de mi mente, comparada con la suya, que fue capaz de comprender que, si acogía en su familia al Hijo de Dios, sería colaborador en la salvación del mundo.
Hoy puedo decir que aquella Familia, que San José defendió y protegió tan bien, tiene que ser más que nunca, ejemplo y meta de nuestro camino laico dentro de la “Sagrada Familia”. Sobre todo actualmente que falta la fidelidad, la unidad, la alegría de los hijos y la serenidad de la relación entre los miembros, apoyada en el gozo y la felicidad.
Ahora, más que nunca, debemos seguir el ejemplo de firmeza y solidaridad moral que demostró José, colaborador y realizador de la idea de familia perfecta, que Dios tuvo desde el principio. Recordando siempre que la mejor de las familias no está libre del sufrimiento, incomprensión, límites y que José, no actuó con ese poder absoluto entre padre e hijo que dictaba el Antiguo Testamento, sino que, en su papel de padre del Redentor, fundamentó esta relación en la total adhesión a la voluntad del Padre, al querer de Dios y a la búsqueda de Sólo Dios en cada momento, haciendo surgir siempre en Él el modelo perfecto del siervo bueno y fiel, dispuesto a servir al Señor allá donde le llame.
He procurado seguir el ejemplo de su amorosa solicitud por defender a Jesús y María, de los peligros, y de proveer con el trabajo de sus manos a su sustento, además de su actitud responsable respecto a la ley de Dios y de los hombres.
La santidad de su vida expresada en la vida cotidiana, debe de ser para nosotros laicos, ejemplo de sencillez y generosidad sin ostentación, que hizo de él un padre y esposo fiel, un tesoro que el Señor nos ofrece y que hemos de descubrir cada día como Asociados laicos de la Sagrada Familia.
Enzo Mancini
Asociado Laico SFB (Italia)
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