Cuando una mujer es rechazada por una sociedad, Jesús se siente concernido ante ella, particularmente si esta mujer está oprimida por la sociedad. La levanta y la ayuda a vivir con dignidad.
JESÚS COMPASIVO HABLA A LAS MUJERES |
“No lloréis por mí, llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos” Lc 23,28
Cuando una mujer es rechazada por una sociedad, Jesús se siente concernido ante ella, particularmente si esta mujer está oprimida por la sociedad. La levanta y la ayuda a vivir con dignidad.
Recientemente tuve la suerte de visitar una de las islas en Kalpitiya. Me encontré con una joven que tenía un hijo de su hermano y vivía con él. También estaba allí una mujer que tenía 8 hijos de diferentes padres esta mujer tenía 37 años pero parecía que tenía 70. No tenía certificados de nacimiento válidos de ninguno de sus hijos, y cuando le pregunté el nombre del padre que debía figurar en los certificados dijo: “Hermana pon el nombre del último hombre como padre de todos.” Todas estas mujeres son católicas.
Había también una niña de 12 años, la vendieron por 250 rupias, unos 2 Euros a un hombre, que abusó de ella numerosas veces. Otra chica que tiene 18 años pero que aún está en 6º Grado, me habló de su deseo de estudiar. En esta isla no tiene ninguna posibilidad de recibir ninguna educación.
Algunas mujeres ayudan a sus maridos, durante horas, a limpiar las redes de pescar pero son los intermediarios los que se llevan el beneficio del trabajo de estas mujeres.
Un poco más lejos había una mujer, con seis hijos que huía de los golpes de su marido.
En un centro de rehabilitación estoy en contacto con unas 20 chicas jóvenes de trece a 16 años que están embarazadas. Cuando me acerque a ellas me contaron como habían sido violadas por sus novios, y sobre todo por miembros de su familia o parientes cercanos. Después del parte la mayoría de ellas abandonan este lugar de refugio.
Había una niña de 13 años , con un embarazo de 7 meses. No podía soportar la pesada carga que llevaba. Todavía está bajo shock, habla lentamente y parece que tiene encogido el corazón. Algunos bebes no son normales, por haber nacido de padres con la misma sangre. Muchas de estas chicas no conocen su futuro. Algunas dijeron que su familia les había abandonado debido a la vergüenza que sentían las familias.
También visité cada domingo la cárcel de mujeres. Cerca de 60 o 70 mujeres viene a la misa dominical. Después de la Misa hablo con ellas durante una hora. Algunas están en la cárcel por asesinato, frecuentemente por el asesinato de sus maridos, otras por vender droga, otras debido a problemas ilegales de agencias extranjeras, hay también bastantes trabajadoras sexuales.
Conocí a las mujeres del Norte, sobre todo en Mullikulam. Son viudas de guerra. La vida y la supervivencia se ha convertido en una tarea difícil para ellas. Me encontré con un grupo de mujeres en Embilipitiya, con valentía trabajaban en el campo para ganarse la vida.
Las estadísticas oficiales revelan que la violencia contra las mujeres se ha incrementado en un 98%. El maltrato infantil ha aumentado un 168% entre 2.000 y 2013.
Mi experiencia habla en voz alta en el fondo de mi corazón. Las palabras de Jesús resuenan en mí cuando las veo: “No lloréis por mí, llorad, más bien por vosotras y por vuestros hijos”
¿Qué respuesta damos a estas mujeres vulnerables en nuestra sociedad?
Hna. Deepa FERNANDO