Compartimos con vosotras este artículo porque una hermana nuestra hermana, Geni Do Santos Camargo, natural de Brasil forma parte del Equipo que visitó Haiti después del terremoto.
HAITI: “Un pueblo sufriente,
donde la esperanza insiste en germinar…”
Compartimos
con vosotras este artículo porque una hermana nuestra hermana, Geni
Do Santos Camargo, natural de Brasil forma parte del Equipo que visitó
Haiti después del terremoto.
Empiezo este
compartir con las palabras de un joven haitiano, estudiante de 2º
año de Teología, que perdió diez compañeros en el terremoto del
12 de enero. Estuvo quince horas bajo los escombros, tuvo una pierna
amputada y habló por primera vez de su experiencia después de tres
meses del terremoto. Dice: “Cuando alguien me habla de dolor o
sufrimiento,
puedo comprender, yo conozco el sufrimiento”.
Las palabras
y la experiencia de este joven me remiten al texto del Evangelio de
Marcos donde Jesús ve una gran multitud y tiene compasión pues
estaban como ovejas sin pastor (Mc 6, 34a). Del mismo modo, el equipo
enviado por el Consejo Misionero Nacional (Comina), formado por Hna.
Geni dos SANTOS CAMARGO, sfb , presidente de la CRB Regional San Pablo,
por el P. José ALTEVIR, secretario del Comina - CNBB y por mí,
contemplamos aquellas personas en las ciudades de Haití que visitamos.
Nuestra visita
duró doce días con el objetivo de constatar la posibilidad de
enviar una Comunidad Intercongregacional a través del Proyecto
Misionero Solidario de la Iglesia del Brasil, que en esta situación
difícil del pueblo haitiano desea ser una presencia hermana, solidaria,
acogedora y evangélica. Puedo asegurarles que es imposible tocar aquella
tierra sin compartir el dolor y el sufrimiento de aquel pueblo.
conocemos la resistencia, la lucha, la situación de abandono en que
vivían. Los pocos segundos del terrible terremoto fueron suficientes
para añadir dolor y sufrimiento a la vida de estas personas. Es
escandalosa
y clama al cielo la situación que vive en este momento el pueblo de
Haití.
Toda la ciudad
de Puerto Príncipe y las ciudades de Leogne y Jacmel, que visitamos,
aun están prácticamente tal como las dejó el terremoto. Un escenario
difícil de describir y olvidar. Los haitianos que sobrevivieron, además
de las pérdidas, algunas totales (familia, casa, documentos y otros),
siguen obligados a convivir disputando el territorio con más de tres
mil ONGs y con los escombros, polvo, basura, falta de atención,
paralización
social y política en una situación de indigencia.
Después de
todo lo que vi y oí en Haití, afirmo que como cristianos, Vida
Religiosa, no podemos dejar caer en el olvido este acontecimiento o
acostumbrarnos con esta situación. (…)
Al hacer la
experiencia de celebrar la Semana Santa con este pueblo, me
atrevo
a decir que “atravesamos la noche oscura de la injusticia” ¡La
situación de extrema pobreza del pueblo haitiano es demasiado amarga!
El cansancio, la cobardía e incluso el desfallecimiento de muchos
líderes,
la voracidad de los lobos, la ausencia del sentido de la vida, el
subdesarrollo,
la represión, la vida vilipendiada en todas sus formas, la Vida carente
de Vida, clama por aquel que es la Vida.
Existe una
cruz dolorosa y persistente que pesa sobre este pueblo. Constatamos
una vez más que, en medio de los pobres, la muerte es precoz, injusta
y compañera de todos los días para muchas de aquellas familias.
Termino
diciendo
que creo en el poder transformador y liberador del Evangelio y del
pueblo
haitiano, que aún frente a esta situación, cultiva la alegría en
medio de tanta tristeza y desilusión. Partiremos en un futuro próximo
para Haití, como Iglesia del Brasil.
Contamos con
la oración, el apoyo y la solidaridad para la nueva Comunidad
Intercongregacional
que formaremos allí.
Hna. Antonia
MENDES GOMES, ndc
Asesora Ejecutiva
Nacional – Proyecto Misión
(Revista
CONVERGÊNCIA,
Junio 2010. nº 432)