En el mundo estuvo y, aunque el mundo se hizo mediante ella, el mundo no la conoció. Vino a su casa, pero los suyos no la recibienron.
PAZ – ALEGRIA
En el mundo estuvo y, aunque el mundo se hizo mediante ella, el mundo no la conoció. Vino a su casa, pero los suyos no la recibienron. Pero a los que la recibieron los hizo capaces de ser hijos de Dios. Jn. 1:10-12
La palabra del anuncio es eficaz allí donde en el hombre existe la disponibilidad dócil para la cercanía de Dios; donde el hombre está interiormente en búsqueda y por ende en camino hacia el Señor. Entonces, la atención de Jesús por él le llega al corazón y, después, el encuentro con el anuncio suscita la santa curiosidad de conocer a Jesús más de cerca. Este caminar con Él conduce al lugar en el que habita Jesús, en la comunidad de la Iglesia, que es su Cuerpo. Significa entrar en la comunión itinerante de los catecúmenos, que es una comunión de profundización y, a la vez, de vida, en la que el caminar con Jesús nos convierte en personas que ven.
«Venid y veréis». Esta palabra que Jesús dirige a los dos discípulos en búsqueda, la dirige también a los hombres de hoy que están en búsqueda. Al final de año, pedimos al Señor que la Iglesia, a pesar de sus pobrezas, sea reconocida cada vez más como su morada. Le rogamos para que, en el camino hacía su casa, nos haga día a día más capaces de ver, de modo que podamos decir mejor, más y más convincentemente: Hemos encontrado a Aquél, al que todo el mundo espera, Jesucristo, verdadero Hijo de Dios y verdadero hombre.
Padre Benedicto VI
Y la Palabra se hizo hombre, acampó entre nosotros y contemplamos su gloria: gloria de Hijo único del Padre, Ileno de amor y lealtad. Jn. 1:14
Inspirado por la acción del Espíritu Santo, Pedro-Bienvenido Noailles funda la asociación de la Sagrada-Familia para actulizar el “un solo corazón y una sola alma” de los primeros cristianos y para renovar y extender su fe en Jesucristo.
Nuestro Señor vino para congregar a todas las personas de todas las edades y condiciones, para hacer un pueblo de hermanos unidos por los vínculos de la más entrañable caridad. De la misma manera que la lglesia naciente abría sus brazos a cuantos querían acoger la Ley de Jesucristo, la Asociación admite en su seno a todos los cristianos que desean orar y trabajar juntos por la gloria de Dios, por su santificación personal y la santificación del prójimo, a pesar de las diferencias que les separan.
Anales, 1839
Jesucristo es el primogénito entre una multitud de hermanos. Por el bautismo hermos sido in-corporados a Cristo, estamos unidos a El, hasta el punto de ser uno con El: somos otros Critos, cristianos.
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