La guerra del terror en París: Una noche de odio, entre centenares de rehenes y ejecuciones
“Quisiera con mucha humildad, decir que el terrorismo, es malo. Es malo en su origen y es malo en sus resultados. Es malo porque nace del odio. Es malo en sus resultados porque no construye, destruye”, había dicho el Papa Francisco el 27 de mayo de 2014 en honor de las víctimas del terrorismo en Jerusalén. Lastimosamente hoy, tras los ataques en París que han dejado alrededor de 127 muertos más que nunca adquieren una gran actualidad.
“Por favor nunca más terrorismo, es una calle sin salida”, decía el Papa. Sí, porque al final sólo queda oscuridad, como la que descendió sobre París este viernes 13 de noviembre, y nada cambió al llegar el alba en la ‘ciudad de la luz’. Una noche de horror que será recordada como el equivalente francés del 11 de septiembre en EEUU.
“Que nuestros pueblos comprendan que el camino del terrorismo no ayuda. El camino del terrorismo es fundamentalmente criminal. Rezo por todas esas victimas, y por todas las victimas del terrorismo en el mundo, por favor nunca más terrorismo, es una calle sin salida”, expresaba Francisco en ese viaje a Israel.
Hoy sus palabras resuenan en la crónica del atentado terrorista múltiple en forma de varios ataques coordinados en distintos puntos de París: decenas de muertos, centenares de rehenes y ejecuciones. El terror en un estadio, en un teatro, en las calles. Una ciudad afligida y adolorida.
Una guerra en el corazón de Europa, tierra que había dejado para los días de las fiestas nacionales el recuerdo del derrame de sangre en memoria de los conflictos mundiales del pasado.
Esta mañana, los europeos se levantaron con la duda de que se puede morir en una balacera en París, así como ocurre actualmente en Jerusalén, Alepo o Bagdad. Asimismo, el ISIS (el autoproclamado Estado del califato islámico) amenaza también otras capitales: Roma y Londres, especialmente.
Aún es temprano para acertar las reivindicaciones del fundamentalismo, no obstante, lo cierto es que avanza la guerra del odio y la coerción psicológica. En enero la tragedia en la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo, 5 atentados desmontados, y ahora, el presidente François Hollande declara el estado de emergencia en todo el país.
En este momento de dolor, Francisco nos recuerda que “en realidad, a pesar de que ninguna religión está inmune del riesgo de desviaciones fundamentalistas o extremistas en individuos y grupos, es necesario mirar a los valores positivos que ellas viven y proponen, que son fuente de esperanza”.
Los actos terroristas de París atentan principalmente contra la necesidad de que los ciudadanos y los fieles de todo el mundo se “reconozcan hermanos y vivan como tales, formando la gran familia humana en la armonía de la diversidad”, parafraseando al Papa.
El todo para trabajar por una fraternidad universal que excluye toda discriminación y es el verdadero antídoto contra toda forma de fundamentalismo y odio. La Iglesia en su practicidad habla de invertir más en escuelas, casas y trabajo que en aviones bombarderos sin piloto en las zonas de conflicto para luchar contra el mal del terrorismo. Así, éste luego no llegará a confundirnos para obtener el objetivo de crear más odio y muerte tocando las puertas de nuestras ciudades.