DESEOS PARA UN BARRIO
Desde hace años, en Francia la ANRU (Aménagement National de Renouvellement Urbain) está trabajando en nuestros barrios, para derribar, reconstruir, para darles otra fisionomía. Parece una gran cosa, volver a repensar su estructura para que sean más humanos.
Y a pesar de todo, esto no se hace sin lucha, los habitantes tienen la impresión de que les arrebatan su barrio: “¡Nos quitan todo!” “¡Quieren quedarse con nuestro barrio! El cambio lleva consigo un sentimiento de pérdida. Se pierden los vecinos que se van a otro lugar porque derriban sus casas, se pierde el barrio que se ha conocido y en el que se tienen los puntos de referencia. Se pierde la guardería que se traslada 100 metros más lejos. ¿Cómo abrirse a la construcción de una nueva vida, teniendo un sentimiento de pérdida? Perder para ganar, este es el movimiento de toda mutación. Nuestro barrio, convertido en gueto, ganaría mucho si se abriera al exterior, inventara caminos nuevos, otra forma de vivir.
Por el momento es un movimiento de replegarse, de defensa, que se expresa, que se organiza. Emprender un trabajo de mutualización con la M.J.C. (Junta Municipal) del barrio vecino se percibe como un peligro; “vamos a desparecer…”.
Comprometerse en nuevos caminos, es una senda pascual. Hoy, para mí, es caminar con las personas del barrio. Perder lo conocido, para avanzar hacia otra manera de vivir en el barrio, no en un barrio replegado sobre sí mismo, sino un barrio que se arriesga a compartir con otros barrios, que osa creer en otra manera de vivir juntos.
El camino pascual, para nosotros, es despertar el deseo de vivir de otra manera, de abrirse a una vida más amplia. En todo derribo, hay una llave que tenemos que abrir.
Françoise CHEDOZEAU
Comunidad de Angulema