Centenario de la Sagrada Familia en el Brasil

Clausuramos con llave de oro, en la Eucaristía del 6 de septiembre de 2008, las celebraciones del Centenario de la Sagrada Familia en el Brasil. Presidió la celebración eucarística Don Tarcisio Scaramussa, Obispo auxiliar de la región Sé de São Paulo, concelebrando con él 3 sacerdotes y un Diácono permanente.

Alrededor de 500 personas, miembros de parroquias en las que hemos trabajado o trabajamos actualmente, de São Paulo o de otros Estados, participaron con nosotras en la ceremonia, además de muchos amigos de hoy o de hace muchos años: alumnos/as, ex-alumno/as, familias nuestras y funcionarios.

Hubo también una bonita representación de miembros de la Sagrada Familia de otros países de América Latina: Perú, Paraguay, Argentinas, y de las diferentes vocaciones de nuestra Familia: Asociados laicos, Seculares consagradas - que hicieron coincidir su primer encuentro latinoamericano con esta celebración – y Religiosas apostólicas. ¿Quién sabe si algún día tendremos en nuestro País las otras vocaciones de la Sagrada Familia: Contemplativas y Sacerdotes asociados?

Celebración muy participada y verdaderamente bonita. Al terminar, un cóctel ofrecido a todos constituyó el ágape fraterno que siempre selló las reuniones de las primeras Comunidades cristianas cuyas actitudes queremos reflejar… ¡También la Sagrada Familia de Nazaret tendría ciertamente algo que ofrecer a los amigos que la visitaban!

Entre todos los miembros de la Sagrada Familia levantamos el árbol del Buen Padre, icono de su inspiración y de su utopía. Efectivamente, él vio en su sueño un árbol frondoso, con muchas ramas cargadas de flores y frutos de todas las estaciones, de todos los países y todas las cualidades… acogiendo a pájaros del mundo entero, de todo  tipo y color, en un auténtico festival de colorido, sonido y perfume. Los pájaros entonaban cada cual su melodía y al unísono, en armonía perfecta, bellísima, repetían: ¡Gloria a Dios! Resultó un momento emocionante,

Un mural con fotos de los cien años pasados, de toda fecha y lugar donde la Sagrada Familia ha ejercido su misión evoca la historia construida por todos nosotros “llevando a todas partes la semilla y el buen olor de Jesucristo”.

Una pantalla continua iba mostrando algo de nuestra vida a lo largo de todo un siglo. Vida en la que tantas personas participaron y de las que muchas, muchas de ellas han ido ya a recibir el abrazo del Padre.

A un lado del terreno de deportes, habíamos colocado las decenas y decenas de mensajes de unión y cariño enviados desde varios países por miembros de nuestra Sagrada Familia y de personas amigas de todas partes.