10 años en Ruanda

El 27 de enero de 1997, tres años después del terrible genocidio, una comunidad de cinco hermanas de la Sagrada Familia llega a Ruanda.  Las recibe un pueblo diezmado por la guerra  que sembró muerte, desolación, destrucción y obligó a muchos habitantes a huir del país.  Se implanta en Ruanda, Rusaki, en la diócesis de Byumba. Las apoya todo el Instituto, que conmovido por la tragedia de este pueblo, desea aportar su granito de arena para reconstruir el país.

La nueva comunidad es muy plural en cultura, expe-riencias, formada por diferen-tes generacio-nes: Agnes, una belga con una larga experien-cia en Sud África; Franca, italiana con un recorrido de varios años en la R.D. del Congo; Christine y Jacqueline, dos congoleñas jóvenes, que estrenan su misión ad gentes y María Jesús, española, con varios años de experiencia en Perú.

Contando con “Solo Dios” en su interior, y el apoyo espiritual de toda la Familia, empiezan a recorrer colinas, a abrir  casa y corazones a tantas personas disminuidas por la guerra, angustiadas, enfermas, expuestas a graves riesgos, muy vulnerables. Conscientes de sus límites pero con fe y confianza emprenden la tarea  de comunicar esperanza y respeto. Buscan medios para que cada persona ocupe su lugar con dignidad en la sociedad ruandesa.

Asemejándose a “la flor del desierto que crece al borde del abismo , al pie de las ruinas y de los sepulcros”, compartiendo con el pueblo “las molestias, trabajos y peligros del viaje” nuestras hermanas intentan responder al abanico de necesidades urgentes que se va abriendo a ellas en los diferentes campos. 

Una respuesta inmediata es la SALUD: las hermanas empiezan a trabajar en el CENTRO DE SALUD DE LA DIÓCESIS. Al año y a los dos años, sobrevienen epidemias de malaria y enfermedades contagiosas, en un mes fallecen más de 100 personas. Las colinas se convierten en enfermerías.

EL CENTRO DE NUTRICIÓN va respondiendo a las necesidades de centenares de niños y de madres desnutridas por la destrucción de las cosechas, la huida, los muchos meses pasados en los campos de refugiados, la pobreza…

Con la ayuda de muchas personas de buena voluntad y de diversas organizaciones , las hermanas intentan responder con creatividad a las urgencias que se presentan; enfermos de tuberculosis y de sida, disminuidos físicos, enfermos mentales, huérfanos…

EL CENTRO SOCIAL NAZARET INZU Y’AMAHORO (Nazareth, casa de paz) abriendo sus puertas el 2 de junio de 1997,  responde a la invitación del Compromiso Colectivo: “como mujeres consagradas, conscientes de nuestra dignidad, afirmamos y promocionamos la dignidad de la mujer para que juntas ocupemos nuestro lugar en la sociedad y en la Iglesia y según nuestra manera específica contribuyamos a transformar el mundo.” 

Empieza por la alfabetización y educación para la vida, religión…pero rápidamente se va ampliando: cocina, costura, cultivo de la tierra, gimnasia. Se multi9plican, como por contagio, clases y alumnas.

ACCIÓN PASTORAL Y EDUCACIÓN

Durante todos estos años la comunidad va respondiendo, según sus posibilidades, a las llamadas del colegio secundario, aceptando,  dar las clases de religión. Participan también en la formación de catequistas.

Las hermanas están muy comprometidas en la parroquia. Apoyan a los sacerdotes y a los laicos comprometidos. La gente expresa su fe cada domingo acudiendo a la misa. Vienen de lejos, bajando y subiendo colinas. Los tam-tam, las palmas, coros, danzas y el colorido de los vestidos ponen un tono de fiesta,  encuentro, y  amistad. 

Este compartir se completa con las salidas a los pueblos,  donde se encuentran con la gente por el camino, entran en sus casas para comer  y beber en la calabaza común la cerveza de mijo, como acción de gracias prolongada de la Eucaristía.

ALGUNOS ACONTECIMIENTOS QUE MARCARON LA COMUNIDAD

Durante estos años la comunidad ha cambiado, han venido hermanas para reforzarla. Algunas han regresado a sus países de origen definitivamente o durante un tiempo para estudiar.

Joaquina, María Jesús, Franca, Christine (estudiante en Burundi), Scholastique, Weronika y  Vicentia (estudiante en Butare) forman la comunidad actual. Jacqueline está terminando los estudios de enfermería en la R.D. del Congo y Clementina está estudiando en África del Sur.

En 1999 las hermanas viven como una gracia la fundación de Uganda a unos 50 kilómetros de Rusaki. Las dos comunidades cultivan mucho los lazos de familia a pesar de la diversidad de lenguas.

Frecuentan la comunidad algunas jóvenes ruandesas que desean comprometerse en la vida religiosa Sagrada Familia.

En el año 2000, hizo la profesión perpetua  Sscholastique, la primera hermana ruandesa. Actualmente hay una profesa temporal, don prenovicias, y una joven en discernimiento para la vida contemplativa.

HAN PASADO DIEZ AÑOS Y DURANTE ELLOS HA HABIDO MUCHOS CAMBIOS…

Muchos de ellos afectan a la salud, la vida política y social, la educación… De ciertos sectores se responsabiliza el Estado u otras organizaciones. El personal sanitario está más cualificado, hay un sistema de seguridad social y mutuas, se hacen,  con regularidad, exámenes preventivos para detectar el sida, retrovirus… se cuida mejor a los disminuidos físicos y mentales, se ha implantado la escolarización obligatoria…

Las hermanas están frente a nuevos desafíos y deben modificar su manera de actuar para responder a nuevos ministerios.

La   celebración  de   estos   diez   años   es  una ocasión para  tomar distancia, evaluar y soñar en un futuro con nuevo dinamismo sin temor a dejar actividades y discerniendo con valentía las nuevas prioridades. Es una forma de continuar ESCOGIENDO LA VIDA, FIELES A NUESTRA MISIÓN SAGRADA FAMILIA.