Contemplar Os invitamos a rezar con este texto de Benjamín González Buelta, sj. MARÍA DE NAZARET María era joven pobre y virgen, en un pueblo patriarcal. Campesina de provincia, galilea, tierra de sospecha para un israelita de ley. Cuando María se miraba en los ojos de la aldea, se veía pequeña, como toda mujer. Cuando Dios Amor contemplaba a María, la encontraba única. María se acostumbró a sentir cómo la mirada de Dios se posaba sobre su rostro, y aprendió a verse con los ojos mismos de Dios. María se preparaba así para lo imposible. “¿Cómo se hará esto en mí?” (Lc 1,34) ¿Podría haber una vida nueva sin hombre pero no sin La imposibilidad de María era la posibilidad de Dios. Toda María era virginal, sin interferencias posesivas, pura acogida de la vida que el Señor de la historia quería inaugurar en la tierra. Cuando María dijo: “Hágase en mí según tu palabra”, la palabra empezó a hacerse en sus entrañas, una existencia toda ella venida de lo alto. Y fue tan acogida que toda se hizo de la tierra. Entonces dijo María: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, mi espíritu festeja a Dios mi salvador”. El sí de María abrió el abajo de la historia, y la humildad de Dios entró con toda su pureza sin que la más mínima mella quebrara sus perfiles ni manchara de inhumano la novedad de sus ofertas. Benjamín González Bueltamm SJ El rostro femenino del Reino (Sal Terrae) BENJAMÍN |