TERCERA ESTACIÓN DE LA PEREGRINACIÓN DE LA SAGRADA FAMILIA
V. Gloria a Solo Dios en Jesucristo
R. Por María y San José |
Narración
Por aquellos días, fue publicada una orden de César Augusto para que se inscribiesen en el censo los habitantes de todo el orbe. El primer censo se hizo siendo Quirino gobernador de Siria. Y Todos viajaban para inscribirse, cada cual en la ciudad donde había nacido. Como José era de la casa y familia de David, subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llamaba Belén, para hacerse inscribir en el censo con María su esposa que estaba en cinta. Sucedió, que estando allí, se le cumplieron a Ella los días del parto y dio a luz a su hijo primogénito y le envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, pues no tenían lugar en el mesón. Había, en aquella comarca, unos pastores que dormían al raso y velaban por turno para guardar su rebaño. De repente, un ángel se presentó ante ellos, la gloria del Señor los envolvió y se atemorizaron. Y el ángel les dijo: “No temáis pues os traigo una buena nueva, que será de gran alegría para todo el pueblo: Os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto os servirá de señal: hallaréis al Niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre”…Y aconteció, que al partir los ángeles, los pastores fueron a toda prisa y hallaron a María, y a José y al niño recostado en el pesebre…Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído. (Lc 2,1-20)
Reflexión
Llegamos ante el pesebre y nos arrodillamos con temor y reverencia ante el Niño Jesús. Contemplamos el misterio de la Encarnación –el misterio de la Palabra eterna de Dios, que viene a nosotros como un niño indefenso. Él abarca toda la humanidad con todo lo que implica- experimentando las alegrías y sufrimientos de la vida y sometiéndose a la autoridad de sus padres, y a las leyes del país en que ha nacido.
Recordamos como Juan presentó a Jesús en el prólogo de su Evangelio: "En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y el Verbo era Dios... la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros" (Juan 1:1, 14).
Esto nos recuerda que de un modo maravilloso y misterioso, Jesús, en unión trinitaria con el Creador y el Espíritu, estuvo presente en la primera gran explosión de la creación. Pero él no se aferró a su igualdad con Dios. Abandonó todo y se hizo “como uno de tantos.” (Filip 2,6-7).
Vivió entre nosotros humildemente, en una familia humana común, una familia que, para usar las palabras del Fundador, fue "la imagen terrena de la Trinidad". Al pie de la cruz esta familia se abre para recibir a Juan, el discípulo amado; era como la Iglesia en embrión, que se extendió en la comunidad de los apóstoles y los primeros discípulos y proclamó que el mundo está invitado a ser familia de Dios. Esta familia incluye a todos,- reyes y gente humilde; ricos y pobres; jóvenes y ancianos; hombres y mujeres-. No excluye a nadie, acoge a todos como hijos e hijas de Dios y hermanos y hermanas entre sí.
Aquí, ante el pesebre se capta la naturaleza universal de esta familia –María y José con el niño, los pastores humildes de los alrededores en adoración y acción de gracias por el don del amor de Dios al mundo en la persona de Jesús.
Esta es la buena noticia que Jesús nos vino a traer: que todos somos familia, que somos hijos de un Dios, que celebra y afirma todo lo humano: los valores de interconexión entre unos y otros, las relaciones; los deseos de comunión y de intimidad; nos anuncia que su amor llega a todos los pueblos ofreciéndoles salvación, revelando la buena noticia de reconciliación, amor y paz para todos.
Jesús como “imagen de un Dios escondido” nos revela el rostro de Dios. Nos demuestra que Dios está siempre al lado de los pobres y marginados, que los escucha y responde a sus gritos. Él viene a realizar el sueño de Dios para la humanidad: que se predique a los pobres la buena noticia, que los cautivos sean liberados, que los ciegos vuelvan a ver, y que todos vivan en paz y armonía.
Jesús en su vida se identificó con los pobres; escogió un establo para nacer, y era feliz en compañía de los animales y de los pobres pastores. Durante su vida, vivió entre los pobres, vivió como ellos, les enseñaba y los curaba, les sirvió, los amó y murió por ellos.
Ahora Jesús nos llama a vivir, como él lo hizo, a ser compasivas y afectuosas en nuestras relaciones, a acoger a todos los excluidos de nuestra sociedad, para difundir la buena noticia de la salvación, a servir con cariño a nuestros hermanos y hermanas, sin distinción. ¡Ojala! podamos comprometernos totalmente y con generosidad a esta misión de amor.
Preguntas para la reflexión
· ¿Quiénes son los pobres, los excluidos en mi familia, en la comunidad, en la parroquia, entre mis vecinos, en mi país?
· ¿Estoy abierta/o a acoger a todos incluyendo los que sufren, los discriminados y excluidos?
· ¿Cómo me comprometo en la misión de Jesús: "predicar la Buena Noticia a los pobres"? ¿Siento el desafío de las palabras de Jesús: "Cuanto hicisteis a uno de estos pequeños, lo hiciste por mí"? (Mateo 25,40).
· ¿Concretamente, que es lo que el Señor me llama a hacer en mi familia, en la comunidad, en el barrio, para vivir en solidaridad con los pobres?
Oración
Gracias Señor por haber venido a nosotros. Le pedimos a Jesús, por intercesión de María y San José que brote en nosotros, la compasión, la paz y la preocupación por todos los pequeños de Dios, por los sin techo, los refugiados, los indigentes, los hambrientos y todos los que sufren la indiferencia y la opresión.
Señor, que nazca en nosotros un profundo respeto por nuestro planeta y un ardiente deseo de trabajar por la protección de todas las formas de vida. Líbranos de la codicia y todo lo que nos impide compartir los recursos de nuestro planeta con todos nuestros hermanos y hermanas, especialmente con aquellos que son pobres y desfavorecidos.
Líbranos de la garra destructiva del consumismo, que nos impide adoptar un estilo de vida sencillo, de manera que podamos compartir libremente y con alegría con los que están en necesidad. Amén.
Oraciones espontáneas
Recemos por nuestros hermanos y hermanas pobres y en necesidad
Padre Nuestro…
Ave María
V. Sagrada Familia, sed glorificada por todos los siglos.
R. Y reinad por siempre en todos los corazones. AMEN