Juan Pablo II expresa esto así:“Hay una afirmación profunda y hermosa: nuestro Dios, en su misterio íntimo, no está solo, es una familia. En esa Familia Dios encarna la paternidad, la filiación, y, la esencia de la familia, que es el amor. En
la Familia Divina el amor es el Espíritu Santo” (Boff, 1997, p.155). Nuestro Fundador, el Padre Noailles, tenía la misma intuición cuando hablaba de
la Sagrada Familia de Nazaret como de la “dulce imagen de
la Trinidad”. Esta familia (de tres personas) estaba unida por la perfecta armonía con la voluntad del Padre. (Constituciones. Art. 2)
La
Trinidad, misteriosamente presente en la Creación.
Como
la Sagrada Familia de Nazaret era en la tierra el reflejo de
la Trinidad, así en toda la creación vemos la imagen del Dios trino. En el Bing Bang, hace 13.7 billones de años,
la Trinidad - el Creador, el Espíritu y
la Palabra - estaba misteriosamente presente. “Al principio, Dios creó el cielo y la tierra…el Espíritu de Dios se cernía sobre el abismo” (Génesis 1,1-2). “En el principio era
la Palabra, y
la Palabra estaba con Dios y
la Palabra era Dios, estaba con Dios desde el principio”. (Jn 1,1-2). Pablo subraya en la carta a los colosenses que “en Él, (en Cristo), todas las cosas fueron creadas, en el cielo y en la tierra…todas las cosas fueron creadas por Él y para Él. Él es antes que todo, y todo está unido en Él.” (
Col 1,16-17)
Dios sigue estando con su creación, actuando constantemente en ella, suscitando nueva vida, cuidándola y renovándola. El cosmos, creado a imagen y semejanza de
la Trinidad, se hace Evangelio que nos habla de Dios. Thomas Berry en 1988 llamaba a la creación la revelación primaria de lo divino, la escritura primaria, el modo primario de presencia del Espíritu. La interconexión y comunión de cada realidad del universo con toda realidad; la unidad en la diversidad de formas de vida, y la interdependencia de todos los seres creados, que experimentamos en la creación, son revelaciones de Dios-Trinidad-Comunión.
Nosotros también hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.
La doctrina de
la Trinidad nos recuerda, no sólo nuestra identidad como seres creados a imagen de Dios, sino también nuestra llamada a vivir relaciones justas con Dios, con la creación y con toda la comunidad de la tierra. “El Papa Juan Pablo II nos recuerda: “El descubrimiento de la presencia transcendente en la creación debe conducirnos también a redescubrir nuestro parentesco con la tierra, a la que estamos unidos desde nuestra propia creación”.
¿A qué nos desafía esto? Nos llama a una conversión de mentalidad, a cambiar nuestra manera de situarnos, no como seres superiores que viven en la tierra, y la explotan para su satisfacción inmediata, sino como parte integrante de la tierra y ciertamente del universo
Nos llama a una manera diferente de vivir, para que el proyecto de Dios, para que toda la creación pueda realizarse. Esto quiere decir vivir con sencillez y de manera que se asegure la sustentabilidad del planeta, que aunque rico en recursos, también es limitado. La sencillez significa volver la espalda a la cultura consumista y adoptar un estilo de vida que implica un uso respetuoso de todo lo que necesitamos y una buena voluntad de reciclarlo cuando ha realizado su objetivo. Después de todo, este es el camino de la naturaleza que usa todo y no derrocha.
Nos llama a vivir en la fe, la esperanza y el amor. Creyendo que el compromiso de cuidar la tierra y todos los seres creados es la participación en la obra del Creador, quien en cada momento sostiene todo en el ser.
La esperanza nos asegura, que a pesar de las amenazas que pesan sobre el planeta, el cosmos y esta tierra pertenecen al Espíritu y a
la Palabra que cumplirá la promesa que hizo de hacer nuevas todas las cosas.
El amor nos conduce a identificarnos cada vez más con nuestra morada terrena. Nos exige que tratemos a la tierra como nosotros querríamos que nos trataran: con respeto, compasión, justicia y amor.
¿Qué contesté a mi sobrina?:
La Trinidad es relación, es familia, es todo lo que tiene relación con los seres humanos, todo lo que puede hacernos realmente felices.
Referencias:
Berry, T., (1988). “The Dream of the Earth”. Sierra Club Books, San Francisco.
Boff, L., (1997). “Cry of the Earth, Cry of the Poor”. Orbis Books,
Maryknoll, New York.
John Paul 11 (2000) Trinity is mysteriously present in Creation. General Audience 26th January 2000.
Gemma Corbett (B&I)