El Servicio humilde es amor y don de sí
El Jueves Santo conmemoramos la Institución de la Eucaristía y del Sacerdocio. Como discípulos de Jesús estamos invitados a imitar su ejemplo de servicio humilde para prepararnos a recibir la Eucaristía en la Misa. El rito del “lavatorio de los pies” fue restablecido por el Papa Pio XII en 1955. Este ritual realiza simbólicamente las palabras y los gestos de Jesús en la Última Cena.
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, se sentó a la mesa y les dijo: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Maestro, el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros , vosotros también lo hagáis.”( Jn 13,12-15)
Pero hoy, ¿qué significa concretamente “lavar los pies”? Cada obra buena que hacemos a un ser humano, especialmente a los que sufren y a los que son despreciados, es como el servicio de lavar los pies. El Señor nos llama a vivir con una actitud humilde, a servir a los demás, a perseverar en esta actitud de servicio como Cristo. Hay también una dimension más profunda. El Señor lava nuestros pecados con la fuerza purificadora de su bondad. Lavar los pies significa también perdonar continuamente, estar siempre abiertos a comenzar juntos de nuevo, aunque parezca inútil. Significa purificarse mutuamente, ayuda mutua, dejarnos ayudar por los demás, sólo así purificados podremos compartir la Palabra y acercarnos juntos al Sacramento del Amor: "Cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga” (I Cor 11,26)
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