Señor, Dios. Tú, que has creado todos los pueblos a tu imagen, te adoramos. Elevamos nuestros corazones y nuestras voces hacia Ti.
Te pedimos por los países y los pueblos, de donde han huido los refugiados.
Que la paz entre los pueblos, la reconciliación a todos los niveles, y el desarrollo humano para todos, pueda convertirse en realidad.
Te pedimos por los países de origen de todos los emigrantes, que buscan mejores condiciones de vida, para ellos y para sus familias. Te pedimos por sus jefes, para que se comprometan con el bienestar de su pueblo.
Te pedimos por los « extranjeros » que viven en nuestros países, que terminan en los suburbios y en los barrios pobres de las grandes ciudades, donde comparten su vida con los marginados o con los que están sin trabajo.
Te pedimos por todos los que tienen el poder de decidir los acuerdos y las leyes internacionales. Que miren, no sólo por los intereses de sus propios países, sino que tomen en consideración la situación de los países pobres del mundo.
Abre nuestros corazones, nuestras casas, y nuestras iglesias a los extranjeros, refugiados, y a todos los que buscan asilo político. Que se sientan acogidos e integrados en nuestra sociedad.
Te pedimos por todos los cristianos y por los hombres y mujeres de buena voluntad. Que la comunidad cristiana nacida de Pentecostés, en la « diferencia de culturas », se abra a los emigrantes, no sólo para acogerlos, sino sobre todo para crear la « comunión” entre las diferentes comunidades, y vivir así la universalidad de
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor, que era un refugiado y que ha plantado su tienda entre nosotros.
De las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de África. Texto original en la Pag.Web smnda.org