« El Adviento recapitula toda la historia. Representa toda la Historia, como una aventura, que permanece aún abierta, suspendida, nosotros escogemos su continuación, porque cada uno de nosotros puede modificar toda la Historia, darle una nueva conclusión, hacerla ascender hacia Dios o descender hacia si mismo.
Rilke ha marcado muy bien el acontecimiento único, infinito, que representa en cada casa el nacimiento de un niño, porque un niño que nace es una mirada nueva, es una nueva libertad, una nueva elección, una nueva imagen del mundo porque la libertad del niño que se abre más allá de sus instintos, esta libertad, va a dar al mundo una nueva perspectiva, va a recapitular, una vez más, toda la historia para darle una nueva conclusión, para enraizar el universo en un nuevo orden.
En Jesucristo la humanidad reunida en su Amor recibe una nueva dignidad porque se nos propone a cada uno un horizonte infinito, poniendo en nuestras manos todo el destino, todo el sentido de la Historia.
El cristiano debe tener un corazón universal. En Jesucristo está llamado a superarse infinitamente porque no está encargado únicamente de sí mismo, tiene a su cargo el universo entero, toda la humanidad, más aún, tiene a su cargo a Dios en toda la Historia y en el universo.
Maurice Zundel
(Tomado de « Tu Palabra como una fuente » – Ediciones Anne Sieger – p.15-16)