ESCAPATORIA A MARTILLAC

Esta mañana la Madre Trinidad llama a sus compañeras.
-Nos habíamos prometido hacer otra escapatoria, pero esta vez no será una escapatoria nocturna, como la de Loreto, iremos a Martillac.

ESCAPATORIA A MARTILLAC


Esta mañana la Madre Trinidad llama a sus compañeras.

-Nos habíamos prometido hacer otra escapatoria, pero esta vez no será una escapatoria nocturna,  como la de Loreto, iremos a Martillac. Parece que suceden allí cosas muy interesantes. Nos acompañará la Madre Bonnat, que sueña con volver a esos lugares tan queridos para ella, y también la Madre Natividad Trimoulet que fue la primera superiora de esa casa. Pero les  he preparado una sorpresa…

Las Hermanas están asombradas de su descubrimiento…unos cascos rojos están sobre la mesa en la habitación de al lado…

¿Es que en Martillac están en guerra? Pregunta una de ellas. En ese caso es peligroso ir…yo prefiero quedarme.

No, no tenga miedo. Martillac está en obras y no podemos entrar en la obra sin protegernos. Son normas de seguridad.

-¿Reglas de seguridad?...Nosotras no teníamos eso en “Los usos y costumbres”…En nuestro tiempo no se hacían tantas historias. ¿No se acuerdan de las obras de la isla que duraron más de dos años? ¡Qué obra! Sólo uno tan emprendedor como nuestro Buen Padre podía dirigir esos trabajos. Espero que hoy, nuestras hermanas están bien aconsejadas…

-¡Basta de conversaciones, tenemos prisa! Vamos a probar los nuevos medios de transporte. He oído decir a Sor Marie Paule  que no hay cosa mejor que el tranvía. Después cogeremos el autobús hasta la Cave, después continuaremos a pie.

-¿Hasta la cave?  pregunta una de las hermanas, pero de qué “cave”  habla usted. Todo esto es muy extraño, antes hacíamos un alto en el para que reposasen los caballos…

-Tienen que modernizarse. La Cave es el nombre de la parada del autobús. Estoy de acuerdo en que es un nombre raro, pero dicen que ese nombre es muy apropiado para esta zona de viñas…

Las hermanas se colocaron el casco encima del velo, y se pusieron en camino.

Algunas horas más tarde…

Las vemos sentadas bajo el gran cedro. Están un poco cansadas de tanto subir y bajar, recorriendo todos los pisos, pero asombradas de de lo que han visto.

-¿Han visto ese nuevo edificio entre las dos casas, completamente reconstruidas?…He oído decir  a un obrero que iban a poner paneles solares. ¿Saben lo que es eso?

-Creo que  captan la energía del sol, pero no sé cómo funcionan, tenemos que continuar siguiendo el curso sobre el desarrollo sostenible y las nuevas energías  en el liceo Sagrada Familia, según dice la Madre Bonnat, es apasionante.

-También van a unir la casa con la capilla así se evitarán las ventosas y las cataplasmas en invierno…

¡Qué cambio! Cuando pienso en nuestra instalación –dice la Madre Natividad Trimoulet- Era el 4 de noviembre de 1831, viajamos por la mañana y llegamos a las cinco  de la tarde. Era de noche y cuando encendimos la vela descubrimos que había telas de araña. La casa estaba casi en ruinas, y para soportar los rigores del invierno, dedicamos el recreo a recoger piñas y hacíamos montones para calentarnos. Enseguida plantamos judías y patatas. Ahora se necesita más y más comodidad. Dicen que es necesario adecuarse a las nuevas normas.

-Pero –interrumpe la Madre Saint Bernard- la propiedad  está cada a vez más bonita, y veo que  las hermanas no han olvidado el deseo de nuestro Buen Padre: “Ánimo, hijas mías, plantad, ordenad, engalanad esta querida Solitude para mis hijas del porvenir, así agradaréis a vuestro Buen Padre”.

-Tampoco han olvidado la finalidad de esta casa que fue siempre un lugar de renovación. Me gusta la manera como la formulan actualmente.  Y creo que nuestro Buen Padre se reconoce hoy en sus hijas: “Ofrecer a todos un “hogar” en el que la puerta se abre hacia un gran jardín sagrado donde brota una fuente: el espíritu de solo Dios.

Cada uno podrá apagar su sed, obtener  una energía nueva e irradiarla.

¡Miren! Revive la huerta, ¿han visto las plantas de ensalada,  los rábanos, pepinos, judías, tomates?…la tierra produce abundantemente…Pero, ¿dónde está la Madre Bonnat?, es ya hora de marcharnos. Los autobuses tiene su hora, ya no es como en nuestros tiempos…

Las hermanas se van a buscar a la Madre Bonnat y la encuentran en l’Ermitage. Estaba en el piso de arriba completando su herbolario con las flores que despliegan sus colores al lado de la huerta.

-El tiempo se nos ha hecho corto, pero volveremos. He oído que no hemos terminado de recibir sorpresas…me han hablado de un tipo de viña, pero cállense…no les digo más.