DERECHOS HUMANOS PARA LOS REFUGIADOS UNA QUIMERA

Habla el P. Giovanni La Manna presidente del centro de emigrantes y refugiados de Astalli, donde algunas de nuestras hermanas van a servir voluntariamente a los refugiados.

DERECHOS HUMANOS PARA LOS REFUGIADOS UNA QUIMERA

 

Habla el P. Giovanni La Manna presidente del centro de emigrantes y refugiados de Astalli, donde algunas de nuestras hermanas van a servir voluntariamente a los refugiados.

 

 

175.000 refugiados han pedido protección en Italia en 2012. Hombres y mujeres que huyen  de la guerra y buscan salvación en un país seguro. Desgraciadamente para ellos la vida en Italia es todo menos segura.

 

Las condiciones de acogida que Italia brinda resultan insuficientes. Basta constatar que en las grandes ciudades, una familia con niños, incluso bebes puede esperar meses para que le den una cama.

 

Aunque un refugiado posea un titulo

en su pais,

si llega a Italia

tiene que comenzar desde la secundaria

 

Aun hoy son innumerables las ocupaciones ilegales de casas por personas que han recibido protección internacional. Por no hablar de la burocracia ineficiente que complica las cosas más sencillas, como la entrega del permiso de residencia.

 

Un refugiado de tres ha sido víctima de torturas en su país, pero esto no es importante para la legislatura italiana. No confiere el derecho a una asistencia y no permite acceder a ningún proceso de integración.

 

Muchos viven en la calle,

sin contactos humanos

significativos

sin esperanza.

Cuando la carga de dolor

que llevan consigo

es demasiado pesada

pierden la cabeza.

 

Se dan casos como el de Samir que no duerme desde hace días e intenta suicidarse en el Centro Astalli, o el de Mada, refugiado  de Gana, que hace una locura y se hace reo de un delito horrendo del que es autor y victima al mismo tiempo.

 

Para muchos refugiados los derechos humanos en Italia son una quimera, pero no basta con denunciarlo. Se necesita la voluntad política  de llenar de significado la palabra protección. Urge una toma de conciencia de una parte de la sociedad que aun es indiferente frente a sufrimiento de la humanidad peregrina.

 

(P. Giovanni LA MANNA En la revista Famiglia Cristiana. no 22 – 2 Junio 2013)