¿No os ha extrañado, que el día de Cristo Rey, la liturgia nos inicie en esta rara realeza?, ¡Es el Cordero, el Cordero Inmolado! El Cordero inmolado desde el principio del mundo, y digno de toda alabanza, de toda gloria y amor.
Sí, es eso, a partir de ahora no estamos ya bajo el signo del terror y del temor, estamos en el reino del amor. Las catástrofes humanas, son, primero, catástrofes divinas. Primero es Dios el que está golpeado, es Él el que muere primero, es Dios quien agoniza, es Dios quien está destrozado, deportado, exiliado…porque Dios, el Dios del Nuevo Testamento, el Dios de la Cruz, el Dios de la Eucaristía, el Dios del Sagrado Corazón, el Dios que es el Cordero inmolado desde el comienzo del mundo…ese Dios es el Dios madre…una madre auténtica sufre en su hijo, antes que él, más que él y por él.
El Evangelio del juicio universal, es el Evangelio de la Anunciación, el Evangelio de la Encarnación que se reproduce en nosotros. Eso es la Iglesia: la Encarnación que se continúa, que prosigue, para que el rostro de Dios no cese jamás de hacerse visible a través del nuestro.
Maurice Zundel
Ta parole comme une source p. 143